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Como Escribir un Guión
por Valentín Fernández-Tubau


La asignatura pendiente de la mayoría de los manuales de guión es, paradójicamente, describir cómo se escribe realmente un guión.

Un paseo por las variables del guión (estructura, composición de personajes, relaciones, ritmo, diálogos, ...) nos familiariza con algunos de los aspectos clave de la escritura de guiones, sin embargo, tampoco nos aclara cómo trasladarlos e integrarlos en el todo a medida que se van tomando decisiones creativas respecto a la historia. Su conocimiento resulta claro para el análisis pero deficiente para que un guionista novel o ya iniciado, lo incorpore sabiamente a su trabajo creativo. Hace falta algo más para dar respuesta a la famosa pregunta: ¿cómo se hace un guión?

Hablar de géneros, de universo, de filtrado,... de poco sirve para arrojar luz práctica. Mucho menos, el ver películas, deleite dependiete del acierto en la elección, pero sin duda del todo insuficiente para quien busca desentrañar cómo se pone todo en solfa.

Para cubrir tal incoherencia, los manuales se afanan en decribir los procesos secuenciales de escritura: logline o concepto, storyline de 100 palabras, sinopsis, escaleta, tratamiento... Tampoco esas descripciones desvelan el enigma.

Entonces ¿cómo se escribe un guión?

¿Cuál es la guía paso a paso? La guía paso a paso NO EXISTE.  Porque la creación del guión se rige a ratos por las leyes psicológicas del proceso creativo, y a otros, por las del proceso analítico.  Se han de conocer las dos. Se han de dominar las dos.

En ocasiones, Un guionista empezará a crear un guión por una situación, en otras por un un personaje y en otras por un tema. Saltará de unas a otras nutriendo el todo mientras compone su rompecabezas. Hay quien diseñará antes y quien dejará su mente libre y rediseñará después. El guionista hará lo uno en un guión y lo otro en la siguiente historia. Jamás seguirá un método lineal sino que dará marcha adelante y marcha atrás según las necesidades de la obra, y en su tercer guión descubrirá que no respeta ni su propio   método de una historia a otra. Porque si es un buen profesional cabalgará con la historia a medida de que esta cobra vida en lugar de someterla a un molde.

Pero ¿no es esto el caos?

¡En absoluto! El guionista debe conocer de forma sobresaliente la  técnica para ponerla a su servicio. Debe saber de estructura, de composición de personajes, de construcción de relaciones y de la psicología que hay tras ellas; debe dominar la anatomía de la comunicación para tejer los diálogos con subtextos y casarlos con la comunicación no verbal como hacemos en la vida misma; tiene que saber impregnar un tema con sutileza y a la vez decantar la tesis temática hacia donde ha decidido; debe saber analizar para reescribir y perfeccionar su obra... Pero jamás debe sentirse prisionero de nada de ello.

Por eso, antes que nada, el primer paso de un guionista debe ser conocer cómo opera su mente en el proceso creativo y en el proceso analítico, qué leyes psicológicas diferenciales rigen cada proceso, y  cuándo él está fucionando con uno y cuándo con otro. Después, en la escritura de guiones, deberá dejarse ir en ocasiones y ser estricto en otras. Sólo así evitará encarcelar su creatividad  o llegar a la luna cuando debia llegar al supermercado. Solo así eludirá la amarga experiencia del cortocircuito mental. Sólo así encontrará el verdadero gozo libre que supone la creación de historias.

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